Saber decir "NO" es una de las virtudes más importantes para la materialización de metas. Y el problema no es decir NO a todo aquello que no nos gusta, sino decir «no» a otras muchas cosas que también son interesantes. 

Stephen Covey  fue un reconocido escritor, pensador, conferenciante y profesor, licenciado en Administración y Dirección de Empresas y MBA por la Universidad de Harvard. Fundó el Covey Leadership Center. Su obra más conocida e influyente, bestseller mundial con más de veinte millones de ejemplares vendidos es Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva.


1. Tienes que decidir cuál es tu máxima prioridad y tener el coraje de decir «no» a otras cosas.

Personas de éxito, personas de foco. Saber decir «no» es una de las virtudes más importantes para la materialización de metas. Y el problema no es decir «no» a todo aquello que no nos gusta, sino decir «no» a otras muchas cosas que también son interesantes. Todos los días surgen tentaciones atractivas que invitan a unirse a determinados proyectos o colaboraciones. Si no tienes un férreo autocontrol, irás yendo de un tema a otro sin finiquitar nada. Es importante tener muy clara cuál es nuestra visión a largo plazo, porque, cuanto más nítida, concreta y detallada sea, más fácil será tomar decisiones y no quedar expuestos a los caprichos de terceros o propios.

2. La vida, por naturaleza, es «interdependiente». Tratar de lograr la máxima efectividad por la vía de la «independencia» es como tratar de jugar al tenis con un palo de golf: la herramienta no se adecúa a la realidad.

La vida está hecha a base de complementariedades: donde los demás no llegan, uno sí; y donde uno no llega, otros, sí. Covey lo expresa así: «Como persona interdependiente, tengo la oportunidad de compartirme profunda y significativamente con otros, y, al mismo tiempo, logro acceso a los amplios recursos de otros seres humanos». Y añade: «La valoración de las diferencias (mentales, emocionales, psicológicas) es la esencia de la sinergia. Y la clave para valorar esas diferencias consiste en comprender que todas las personas ven el mundo no como es, sino como son ellas mismas». El crecimiento y la innovación siempre están asociados a la diversidad. Pero la diversidad no tiene tanto que ver con aspectos visibles (hombre-mujer o blancos-negros) como con distintas formas de pensar y acercarse a la realidad. Estar abierto a la diversidad es estar abierto al crecimiento y a la mejora. Covey también dice: «La sinergia es estimulante. La creatividad es estimulante. Es extraordinario lo que pueden producir la apertura y la comunicación. Las posibilidades de que se produzca una ganancia verdaderamente significativa o un progreso importante son tan reales que vale la pena correr el riesgo que esa apertura entraña».

3. Si realmente quiero mejorar la situación, puedo trabajar en lo único sobre lo que tengo control: yo mismo.

No puedes controlar ni actuar sobre muchas cosas. No puedes actuar sobre el clima, no puedes actuar sobre los tipos de interés, no puedes actuar sobre el tráfico. Por tanto, ¿para qué quejarte? Sin embargo, siempre puedes actuar sobre ti mismo. Cada día puedes contribuir a construir un mejor «yo», a lograr la mejor versión de ti mismo. Y eso, sin dudas, tendrá consecuencias positivas en tu vida. Covey apunta algunas ideas interesantes: «Las personas reactivas se ven a menudo afectadas por su ambiente físico. Si el tiempo es bueno, se sienten bien; si no lo es, afecta a sus actitudes y su comportamiento. Las personas proactivas llevan consigo su propio clima. El hecho de que llueva o brille el sol no supone ninguna diferencia para ellas. Su fuerza impulsiva reside en los valores, y si su valor es hacer un trabajo de buena calidad, no depende de que haga buen tiempo o no». Las personas de éxito ponen la responsabilidad de su vida en ellas.

4. Disciplina es pagar el precio para traer la visión que soñamos a la realidad. Es abordar los hechos duros, pragmáticos y brutales de la realidad y hacer lo que haga falta para que ocurran las cosas.

La disciplina es la pata más importante para lograr nuestras metas. Es no dejar que nada nos despiste de hacer lo que tiene que hacerse en cada momento. Disciplina es actuar en un cierto sentido, de manera constante y repetida a lo largo del tiempo. La disciplina construye hábitos, y los hábitos nos permiten llegar allí donde previamente habíamos definido. Bill Bradley fue un jugador de baloncesto excepcional. Ganó una medalla de oro olímpica en 1964, jugó en la NBA con los New York Knicks e ingresó en el Salón de la Fama de básquet. Su éxito no fue casual. Después de cada entrenamiento se exigía un reto que era condición indispensable para marcharse al vestuario: encestar quince canastas seguidas desde cada uno de los cinco ángulos de la pista. Si fallaba un lanzamiento, el contador se ponía a cero. A veces tardaba hasta dos horas en completar su tarea y marcharse al vestuario. Eso es disciplina; eso es compromiso; eso es aplicar la regla de cero excusas.

5. El desafío no consiste en administrar el tiempo, sino en administrarnos a nosotros mismos.

Una de las grandes mentiras instaladas en la sociedad es la frase «no tengo tiempo para nada». La vida es una cuestión de prioridades. Siempre hay tiempo para lo que uno considera importante. Las prioridades son una cuestión de agenda. No digas que no tienes tiempo, sino que tus prioridades son otras. Y si realmente dices que no tienes tiempo en realidad lo que estás diciendo es que eres un esclavo, que no eres tú quien controla tu vida, sino que son otros los que la controlan por ti. Eso que algunas personas llaman gestión del tiempo no es otra cosa que gestión de la atención, donde pones el foco de tus prioridades.

6. Escuchar significa, sobre todo, deseos de comprender.

La vida está tejida de relaciones personales y profesionales, y aquellos que mejor se manejan en ese sutil arte que es tratar con las personas tienen mucho ganado para poder avanzar, crecer y desarrollarse. Quizá la habilidad más importante a la hora de tratar con personas es la de saber escuchar, que no es otra cosa que voluntad para entender a la otra parte. No sólo se trata de prestar atención a lo que dice, sino sobre todo de descifrar lo que realmente quiere, cuáles son sus necesidades y anhelos más profundos para buscar una relación win-win.

7. La manera en que vemos el problema es el problema. Lo que nos hiere o daña no es lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede.

No significa que no exista el dolor físico, emocional o económico, sino que el carácter, nuestra forma de enfocar las cosas dándoles un sentido, prevalece sobre los acontecimientos. Nuestra respuesta al dolor es positiva, con una actitud de crecimiento personal. Stephen Covey escribe: «No importa lo que nos haya pasado, lo que nos esté pasando o lo que nos pueda pasar: existe un espacio entre esas cosas y nuestras respuestas. Quienes transitan el camino superior hacia la grandeza se elevan por encima de las circunstancias negativas de la vida y eligen convertirse en la fuerza creativa de su vida».

8. Todas las cosas se crean dos veces. Siempre hay primero una creación mental, y luego una creación física.

Empezar con un fin claro en la mente es estar en mejores condiciones para verlo hecho realidad. Saber adónde se está yendo facilita enormemente dar los pasos adecuados en esa dirección. Covey precisa: «Los individuos, las familias, los equipos y las organizaciones forjan su propio futuro creando primero una visión mental de cualquier proyecto, grande o pequeño, personal o interpersonal. No se limitan a vivir al día sin un propósito claro en mente». Nadie triunfa sin sentir la pasión por crear un futuro concreto. Todo empieza por un sueño. «I have a dream», dijo Martin Luther King, en su famoso discurso del 28 de agosto de 1963: «Tengo un sueño: que nuestros hijos sean juzgados por su carácter y no por el color de su piel».

9. La gestión se centra en la siguiente cuestión: ¿cómo puedo hacer mejor ciertas cosas? El liderazgo se centra en esta otra: ¿cuáles son las cosas que quiero realizar?

La diferencia entre ambos conceptos es clara. El liderazgo es mucho más retador. El liderazgo consiste en construir la vida que a uno le gustaría en tres parcelas: ser, hacer y tener. El liderazgo es pensar que el futuro te pertenece. El liderazgo no es derrotista, ni victimista, ni quejica. No acepta lágrimas ni excusas. El liderazgo auténtico busca siempre senderos, caminos y alternativas. Sabe que las cosas no siempre marchan como uno desearía, pero no se amilana ante los obstáculos y los contratiempos. Afronta los retos con actitud positiva. Mira hacia delante y es resistente.

10. Quienes hacen grandes contribuciones a la vida son quienes, aún temerosos de la llamada a la puerta, responden a ella.

Al principio, los grandes retos siempre asustan. Producen una sensación de pánico inicial que invitan a mirar hacia otro lado, a decir no, a quedarse en el refugio. Y con frecuencia eso es lo que hace mucha gente. Los seres humanos aman la certidumbre aunque suponga una limitación para ellos. El miedo es muy poderoso y anula a las personas. Pero el crecimiento sólo llega cuando uno está dispuesto a poner un pie más allá de la zona de comodidad. Si tienes miedo y estás asustado, alégrate, porque es una oportunidad para desarrollarte y crecer. Y da el paso. El barítono finlandés Tom Krause afirmaba: «Si sólo haces lo que puedes hacer, no harás mucho».